miércoles, 12 de agosto de 2015

Relacionandose en el terrible idioma japonés

Creo yo que el propósito de todo viaje de aprendizaje cultural, tal como lo es el mío, es aprender de la experiencia. No importa que se lleven clases del idioma, lo importante y lo que hace la diferencia entre estudiar en el propio país y aventurarse al extranjero, es aprender del ambiente, de la cultura que te rodea y que a veces amablemente y otras más duro, te enseña de sí misma simplemente porque estás ahí. Aprender como por ósmosis, simplemente absorbiendo. 

Cuando uno se decide a lanzarse a una aventura como esta, y se pone a investigar, uno se encuentra con historias de gente que, en este caso, va a Japón, y para el tiempo que regresa a su país, no tiene ningún verdadero amigo japonés. El hecho de hacer amigos del lugar a donde vives puede parecer la cosa más natural del mundo, pero (aunque no tengo idea de como sea en otros países) al menos en Japón, no lo es. 

Mi plan antes de llegar era bastante firme: Instalarme, asistir a la escuela, tomar todas las actividades y clases culturales que mi horario me permita y sumergirme lo más posible en el ambiente del país que me ha conquistado el corazón desde hace años. Sin embargo, casi cinco meses después de haber llegado, me encuentro reflexionando al respecto y descubriendo que aunque tengo varios conocidos y gente con la que me llevo bien, realmente no creo tener ningún amigo cercano japonés. Pienso y pienso, y mi plan, aunque no va perfecto, tampoco va tan mal. ¿Cuál es el problema entonces? Si bien creo que parte del problema soy yo misma (nunca he sido la persona más amiguera que hayan conocido), creo que el problema está ya instalado en el lugar.

No, no digo que todos los japoneses tienen la culpa porque no nos quieran, porque realmente no creo que sea eso; pero creo que es la manera en la que están estructuradas las cosas, la que nos dificulta el trabajo a los que no somos súper extrovertidos. Verán , estoy en la escuela, en la que aunque se aprende mucho del idioma y la cultura, es para extranjeros, y por lo tanto, haces muchos amigos, pero no japoneses; luego estoy en clases de té, que son también especiales para extranjeros, porque están diseñadas para ser en japonés E inglés; Conseguí un baito (trabajo de medio tiempo) en el que mis jefes son japoneses y algunos clientes también, pero mi trabajo es hablar en inglés o español a la gente que viene de turista. El único entorno en el que estoy directamente con japoneses y como al mismo nivel (ja! ya quisiera) es la clase de taiko. Aquí todos somos estudiantes, ellos de la universidad, nosotros (4) de la escuela de japonés. Todos somos jóvenes y estamos aprendiendo. Y sin embargo, siempre terminamos divididos en japoneses y extranjeros. 

Así, en el único ambiente en el que me sería más fácil hacer amigos, termino juntándome con los extranjeros, porque los japoneses tienen su idioma, que es difícil para nosotros y que tienen que explicar todo el tiempo, y nosotros tenemos el inglés, que es más fácil y rápido y nos damos a entender lo suficiente como para hacer bromas y transmitir información y volvernos más cercanos. Y es ahí cuando me doy cuenta que todas las divisiones que se hacen, no son precisamente solo culpa de los japoneses, sino de todos los que caemos en la zona de confort. 

Hay que hecharle muchas ganas para poder hacer amigos por estos lares, pero precisamente, no queda mas que esforzarse...

Nos vemos pronto! 
(no, no estoy depre ni nada, sólo fue una reflexión)

viernes, 7 de agosto de 2015

La experiencia

Hace tanto que no actualizo el blog que ya hasta pena me da hacerlo de nuevo jaja, y eso es precisamente uno de los puntos que quiero abordar en esta entrada.

Desde que estoy en Japón, todo ha sido una corriente interminable de eventos, cosas que quiero hacer, cosas que tengo que hacer y un sin fin de experiencias nuevas que simplemente se comen mis días y mis energías. Todos los días tengo algo que hacer o algún lugar a dónde ir, y por lo tanto, nuevo y abundante material de dónde elegir para escribir en el blog, pero el problema es en la cantidad de tiempo y energía que tengo para hacerlo (en especial porque siempre tiendo a extenderme demasiado con lo que escribo). Así que llego a casa cansada y satisfecha con mí día (por lo general) y en cuanto pienso en bajar las fotos de mi cámara y luego subirlas al blog, las ganas se me quitan. Y las experiencias se acumulan a tal velocidad, que escribirlas todas juntas me tomaría días (posible exageración).

Por ejemplo:

Hoy fui con mis amigos a la playa! Realmente no es una playa como tal, ya que no fuimos al mar, sino a las orillas del lago Biwako. Ahí hay una pequeña, pero muy linda playa llamada Omi Maiko (que me intriga por su nombre) en la que se puede nadar, o tomar el sol muy a gusto, y creo que hasta te rentan parrillas para hacer carne asada.

Nos tocó un día medio nublado, así que no nos quemamos tanto con el sol, pero tuvimos una agradable tarde platicando y nadando. No hay arena, sino piedritas, así que jugar con la arena no fue una opción, pero igual fue muy divertido.

Los que ya estábamos cambiados desde el principio

¿No es precioso?

Estatua justo en la entrada

Desde el tren


A eso de las 6 pm, nos pusimos nuestros yukatas y salimos rumbo a Otsu, un pequeño pueblo cerca del Biwako, en el que hubo un gran evento de fuegos artificiales. Como era de esperarse, había mucha gente, pero yo siento que realmente no hubo tantos problemas de amontonamiento.

¡Los fuegos artificiales estaban preciosos!

A pesar de que sí llevé mi cámara, realmente no tomé muchas fotos, más que de los fuegos artificiales, y tristemente no me tomé ninguna en mi preciosa yukata nueva de fuegos artificiales :(

¡Caritas felices!

Lo siento, soy una enana, no puedo tomar fotos sin las cabezas de la gente :/





Terminando, seguimos con nuestro trayecto de trenes para llegar a casa, pero con buena charla se hace corto :)